Causas del estrés laboral

Empezaré este artículo advirtiendo que será imposible enumerar todas y cada una de las causas que pueden hacer que un trabajador sienta estrés así que, necesariamente, me veo obligado a agruparlas y, por tanto, a simplificar el problema para poder abordarlo de manera comprensiva.

Se hace imprescindible trazar una línea divisoria entre lo que son niveles puntuales y sostenidos de estrés. Es normal experimentar, de cuando en cuando, algo de estrés; es más, eso nos ayuda a sacar adelante el trabajo. Sin embargo, aquí abordaré del estrés sostenido, es decir, aquel que hace que el trabajador sienta que pierde control sobre su tarea, su entorno laboral o sus propias emociones.

Grosso modo, un trabajador sentirá estrés cuando perciba una falta de adecuación entre sus recursos y las demandas del entorno. Lo óptimo sería un ajuste entre ambos, persona y tareas, pero cuando este ajuste no se produce es cuando surge el estrés. Mejor dicho, el estrés se produce cuando la persona es consciente de que no existe dicho ajuste, o bien porque las exigencias o las condiciones laborales desbordan su capacidad de resistencia.

La carga laboral excesiva, la falta de control sobre el trabajo, una recompensa inadecuada, la ambigüedad de rol, un jefe tóxico, unos compañeros quisquillosos, unos horarios disparatados, el aburrimiento, la sensación de injusticia, la de anquilosamiento o la falta de desarrollo profesional, las tareas con fechas de entrega imposibles, las demandas emocionales, las propias capacidades... la lista puede ser interminable y cada trabajador puede experimenta el estrés de distinta manera. A veces ni siquiera es capaz de articular la situación en frases . ¿Por dónde empezamos pues?

Una forma de empezar podría ser clasificando los estresores en tres grupos: los referidos al puesto laboral en concreto; los referidos a la organización; y los referidos a la propia persona. También existen otros factores, tal vez más remotos, que tienen más que ver con el marco político/económico/social/legal de las relaciones laborales. Este “magma” sobre el que se asientan las organizaciones y los propios trabajadores va experimentando cambios lentos pero profundos que condicionan muchos de los factores “precipitantes” del estrés.

Estresores referidos a la organización:

  • Conflicto y/o ambigüedad de rol. Entre los trabajadores en oficinas es uno de los factores principales de estrés. Se produce cuando el trabajador no tiene claro qué se espera de él o cuáles sus objetivos o responsabilidades. Recibe órdenes contradictorias, no sabe cuáles son los límites de la tarea o cómo se juzga su trabajo. Es un problema habitual en organizaciones grandes y poco estructuradas.
  • Sobrecarga de rol. También se da por reparto de trabajo deficiente. Al trabajador se le encomiendan más responsabilidades y tareas de las que puede asumir, sea por tiempo, formación o jerarquía. Existe también la «infracarga» de rol, cuando se menosprecia las capacidades del trabajador y se le asignan trabajos poco acordes con su formación o habilidades.
  • Problemas de comunicación intra e interdepartamentales. Conflictividad en y entre departamentos debida a objetivos contradictorios, a un desequilibrio de poder o a una comunicación deficiente.
  • Planes de carrera y desarrollo insuficientes. Las personas aspiran a mejorar. Si la empresa no es capaz de satisfacer las expectativas laborales, se puede producir una profunda insatisfacción en el trabajador. El problema se agrava si la empresa había alimentado previamente estas expectativas.
  • Estructura organizacional. En empresas u organizaciones altamente jerárquica es probable que la comunicación de arriba-abajo sea deficiente y las decisiones no lleguen a los niveles inferiores. Esto puede ser fuente de insatisfacción y de estrés.
  • Clima laboral. Las tensiones dentro de la organización, el control excesivo hacia los trabajadores, y unas relaciones conflictivas aumentan el estrés percibido y pueden conducir hacia situaciones extremas de agresión —ver “mobbing o acoso laboral”— o de desgaste emocional —ver “burnout”—. Ambas condiciones tienen mucho que ver con el clima y la cultura organizacional, aunque en el caso del mobbing, también sea necesario el concurso de un agresor.
  • La ubicación y el diseño de la propia empresa. Por ejemplo, un puesto de trabajo que  este lejos de casa o la falta de servicios como parking, cafetería, etc. puede alargar la jornada laboral o a tener que invertir tiempo libre en paliar algunas de esas deficiencias.

 

Estresores asociados al puesto de trabajo

  • Inseguridad laboral. El trabajo precario y temporal es fuente de presión y de estrés.
  • Carga mental. Si la tarea requiere de una atención o un esfuerzo mental sostenidos.
  • Control sobre la tarea. Es una de las variables más asociadas con el estrés laboral en muchos de los estudios. Ocurre cuando el trabajador carece de control sobre las tareas que debe realizar y/o no puede organizar su agenda o contenido de trabajo, ya que depende de terceros o de situaciones fuera de su control.
  • Variedad y complejidad. Si la tarea es muy monótona o es demasiado compleja producirá estrés.
  • Identidad y coherencia de la tarea dentro de la organización. El trabajador ha conocer su impacto individual en la organización. Experimentará frustración si tiene la sensación de que su trabajo no es visible o no sirve para nada.
  • Relaciones intradepartamentales. Del mismo modo que las interdepartamentales, las malas relaciones con los compañeros de trabajo cercanos producirán estrés y pueden derivar en otras problemáticas más agudas.
  • Condiciones físicas del puesto de trabajo. Entrarían aquí factores como la poca iluminación, el excesivo ruido, la temperatura, la humedad, la contaminación, etc.
  • Condiciones materiales del puesto de trabajo. No disponer del material adecuado —ordenadores lentos, maquinaria que no funciona correctamente, etc.— puede provocar también momentos puntuales de estrés.
  • Los riesgos físicos del puesto de trabajo. Aquí se incluirían todos aquellos que pueden causar un daño musculo-esquelético; largas jornadas de pie y sin posibilidad de moverse o sentarse, cargar peso, posturas forzadas, manejo de materiales peligrosos y/o tóxicos, posiciones rígidas al utilizar el ordenador, fatiga física y visual, etc.
  • Cambios de turno y turnos de noche. Conllevan un importante impacto y desorden a nivel físico y psicológico.
  • Remuneración del trabajo ligada a objetivos. Si los objetivos son muy altos pueden producir o bien estrés o bien desidia -si no se es capaz de alcanzarlos-.
  • Horarios, descansos y vacaciones. Jornadas muy largas y/o acumulación de jornadas largas durante semanas, no realizar descansos entre tareas, etc.

 

Estresores relacionados con la persona

Decíamos al principio que el estrés se producía por un desajuste entre las demandas del entorno y las propias capacidades. Por consiguiente, la persona juega un rol crucial que empieza con la valoración de la amenaza. Algunos rasgos de personalidad pueden aminorarla o agrandarla, e influir en nuestras estrategias de afrontamiento.

  • Control emocional. Hay personas que tienen un gran control sobre sus emociones y son capaces de adecuarlas a la situación. Tanto las emociones positivas como las negativas forman parte de la vida y del trabajo. Es importante afrontarlas adecuadamente, sin sobre-reaccionar ni negarlas.
  • Empatía. De la misma manera que es importante reconocer y gestionar las emociones propias, es también importante reconocer y gestionar las ajenas pues facilitará unas buenas relaciones con los compañeros y nos brindará «apoyos sociales» dentro de la organización. El apoyo social funciona como un amortiguador del estés, según varios estudios.
  • Capacidad de automotivación. La motivación intrínseca, la sensación de que el propio trabajo tiene “sentido”, la percepción de auto-eficacia en la tarea asignada y el reconocimiento de terceros son también amortiguadores del estrés.
  • El grado de tesón entendido como la capacidad de responsabilizarse, la fiabilidad, el abordar las tareas sistemática y ordenadamente ha sido consistentemente asociado a la satisfacción laboral y a menores niveles de estrés. No obstante, el perfeccionismo y la autoexigencia son rasgos asociados a la percepción de estrés.
  • La estabilidad emocional del trabajador influirá en su estado de ánimo y este en su percepción de estrés. La percepción de estrés aumentará si el trabajador pasa por momentos inestables en otros aspectos de su vida. La propia estabilidad emocional varía de persona a persona.
  • La alimentación, el sueño y la práctica de ejercicio. Los hábitos de vida saludables se asocian a menor percepción de estés.

 

Factores relacionados con el marco político/económico/jurídico/social en el que se producen las relaciones laborales

Pocas realidades humanas han cambiado tanto desde el albor de los tiempos como las relaciones laborales. El cambio es la norma y la magnitud del cambio ha sido colosal. No hace mucho se aspiraba a un trabajo para toda la vida. Hoy, esto es una rara excepción, salvo entre el funcionariado. La incorporación masiva de la mujer al trabajo, a mediados del siglo pasado, la pujanza de las economías en desarrollo, fundamentalmente las asiáticas, han modificado profundamente el tejido industrial a escala global.

En los últimos veinticinco años, estas y otras tendencias están teniendo un fuerte impacto en nuestro contrato psicológico laboral, es decir, en nuestro compromiso para con la empresa. Podemos señalar algunas:

  • Los trabajos se han vuelto inseguros y se imponen tipos de contrato temporales ligados a la coyuntura.
  • Las horas extras, muchas sin ser compensadas económicamente, han aumentado progresivamente.
  • Se han introducido ratios y variables ligadas a la productividad, que demandan a los trabajadores mejores resultados año tras año.
  • Los mandos altos e intermedios, cuyos trabajos eran relativamente estables a finales del SXX, están experimentando inseguridad profesional.
  • La crisis mundial que comenzó en 2007 ha contribuido a la destrucción de muchos puestos de trabajo y la precarización de otros.
  • Las redes sociales —la familia extensa, coberturas sociales—, están desapareciendo. El individualismo, la movilidad laboral y el estilo de vida de las grandes ciudades aíslan al trabajador.
  • La introducción de las nuevas tecnologías y la inteligencia artificial.
  • Son habituales los procesos de restructuración.

En definitiva, los trabajos se han vuelto más inseguros al tiempo que los trabajadores son más vulnerables. Ha aumentado el nivel de exigencia y los apoyos sociales tienden a disminuir. Son todas estas circunstancias las que explican por qué, como ya comenté, en algunos países industrializados el estrés haya sustituido a los problemas musculares como la primera causa de baja laboral.

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